Las edades felices poemario de Margarito Cuéllar, reseñado por el poeta Saúl Castro.
Las edades felices de Margarito Cuéllar
Por Saúl
Castro
Vengo a expresar mi desazón suprema
y a perpetuarla en la virtud del canto.
Porfirio Barba Jacob
Es muy probable que, para una
nueva generación de lectores, la figura de Porfirio Barba Jacob represente lo
caduco de una poesía que, a fuerza del estruendo de los movimientos literarios
de vanguardia, terminó por convertirse en una propuesta poco renovadora y
ausente de originalidad. La exaltación del acontecimiento, la vida bohemia y la
angustia como fuente de escritura, fueron abandonados por una experimentación
del lenguaje, una densidad y una complejidad que, en palabras de algunos
críticos, estamos cada vez más cerca del final.
Frente a las voces que pregonan
que toda gran literatura debe ser una obra fundacional, impar y perfecta, están
los que desdeñan los antiguos modelos y le apuestan a la estética novedosa y
-no pocas veces- fácil.
En una época en que la
aceleración del tiempo hace que se produzcan novedades cada vez más rápido y
que cada vez más rápido se vuelven obsoletas, encontramos una propuesta sólida
que integra lo mejor del oficio antiguo del poeta y la visión desesperada, y
desencantada, del paso de lo efímero, de la permanencia de lo “anacrónico” y la
barbarie de lo “civilizado” y cotidiano.
Cito fragmento del texto “La vida
en un instante”.
“limitan mis fronteras con usura.
Me dan en comodato un templo
Una tarjeta bancaria, las
escrituras de una casa”
Y es que, en Las edades
felices de Margarito Cuéllar, no encontramos poemas de largo aliento;
su naturaleza poética no permite el tono solemne, el registro épico o la
estridencia de la plaza, más bien establece un filtro que, lejos de opacar o
alterar la realidad cotidiana, la potencia y redescubre, la muestra en la
intensidad de su luz o en su minúscula tragedia:
Cito un fragmento “Empleos”.
“El reloj checador –siempre del
lado del que paga-
borra tu nombre y te despide de
la vieja familia.
Mis jefes -líderes sindicales,
damas de pedigrí, científicos locos-
Tarde o temprano señalaron la
puerta”
Sin duda estamos frente a una
obra original en el sentido referido por Picasso “la que no consiste en
parecerse a nadie, sino en parecerse a todo el mundo”, y en este caso a la
buena literatura, esa que hace hallazgos trascendentales en pequeños
descubrimientos, lejana a la elocuencia de la plaza y más cerca de la mueca
leve, de la palabra fría y del sarcasmo estremecedor.
Cito fragmento del texto
“Bibliotecas”.
“Mi biblioteca…
No tiene enciclopedias
Sólo nombres de países remotos
Ninguna Parte, Babel,
Aucarimántima.
No hay diccionarios
sólo libros en blanco ilustrados
por preguntas.
No hay joyas de la tipografía”
Margarito Cuellar plantea en su
poesía un paulatino desprendimiento de la solemnidad y de las referencias
obligadas al canon literario. Así, encontramos el valor del conocimiento
enciclopédico de Voltaire subordinado a las revistas latinoamericanas Babel y
Aucarimántima, ésta última nombrada así por el conocido texto de Porfirio Barba
Jacob al que ya he hecho referencia.
El valor del conocimiento
clasificatorio y total subordinado al valor de la frescura, de la incertidumbre
y la impresión. Ésta última presentada en buena medida con grandes dosis de
humor, no exenta de un rigor sólido y notable.
Cito fragmento de “Taller
literario & galería de sombras”
“Una galería de poetas, guerreros
del grafito
infelices en su tumba de papel;
rodeados de libros, con pipas que
expiden humo lánguido.
Nadie responde a las dudas de la
vida.
Listo el fuego para cocinar el
poema,
Pero no hay poema; los poetas de
mañana no están hoy.
Unos guantes de box para la furia
de los noveles
víctimas de la resaca, las novias
de anoche y la velocidad”
El autor parece mostrarnos que
todo tiempo perdido es un poema ganado. El patrimonio, la ciudad, el amor, los
hijos que crecen, la paciente o arriesgada construcción de la historia y de la
vida propia, la burla de lo que fuimos y somos, la preciada fórmula hoy
fallida.
Poemas de aliento breve y
sencilla construcción, sin registro épico, sin la pretensión de ser una obra
fundacional o un modelo de literatura, desesperada pero no estridente, y –sobre
todo- clara frente a la ironía del acontecimiento. El presente volumen de
Margarito Cuéllar nos recuerda que la poesía alcanza un alto grado de
intensidad, solo cuando alcanza un alto grado de conciencia. Una conciencia que
aparece en la mirada a veces misericorde, a veces cruel, en la hilarante
tragedia que hemos construido.
Las edades felices. Margarito
Cuéllar, Ed. Hiperión, Madrid, 2014
Margarito Cuéllar es
poeta, escritor, narrador y periodista. Nació en Ciudad del Maíz, San Luis Potosí, en 1956. Fijó su
residencia en Monterrey, Nuevo
León. Estudió periodismo y una maestría en artes en la Universidad Autónoma de Nuevo León.
Ha coordinado el Taller de la Organización de Escritores de Monterrey,
el Colegio de Escritores de la Frontera Norte y el Centro de Escritores de
Nuevo León.
En 1985 obtuvo el Premio Nacional de Poesía de la Universidad Autónoma de Zacatecas por
la obra Estas Calles de Abril; Premio Nacional de Poesía ( Calkini, Campeche, México 1993),
Premio Nacional de Cuento ( Campeche, México,
1997). Premio de Poesía Radio Francia Internacional 2003. Premio Iberoamericano
de Poesía para Obra Publicada 2014 por el libro Las edades felices. Ha sido
beneficiario del Programa de Apoyos y Coinversiones del Fondo Nacional para la
Cultura y las Artes de México, del Programa de Residencias Artísticas del Finca,
becario del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Nuevo
León en el área de poesía y miembro del Sistema Nacional de Creadores
2014-2016 y 2019-2022.
De su obra destaca: Que el mar abra sus puertas para que entren los
pájaros (1982), Hoy no es ayer (1983), Batallas y naufragios (1985), Cuaderno
para celebrar ( Universidad Autónoma de Sinaloa /
FONCA 2000) y Plegaria de los ciegos caminantes ( Universidad Nacional de Colombia 2000).
Sus libros más recientes son Poemas para formar un río (Monte Ávila, Caracas,
2016); Poemas en los que nunca es de noche (Ibáñez Editores, Bogotá, 2019)
En el año 2020, fue galardonado con la 40.ª edición del Premio
Hispanoamericano de poesía Juan Ramón Jiménez, por la obra poética:
"Nadie, salvo el mundo".
En el año 2021 ganó el VIII Premio Internacional de Poesía Pilar
Fernández Labrador.
(Fuente Wikipedia)
Saúl Castro Tapia (1978) Lic. en Ciencias Políticas y Administración
Pública. Premio
Nacional de Poesía Joven “Salvador Gallardo Dávalos”, 2002; Premio
“Manuel José Othón”
de Literatura, 2004.
Ha publicado La materia del presagio (ICA, 2003), El arsenal y la
defensa (Ed. Verdehalago,
2007), Nombrar el paraíso (Ediciones del Ayuntamiento de San Luis y
Ediciones Sin
Nombre, 2008)
Ha sido Coordinador de Literatura en el Centro de las Artes de San Luis
Potosí,
Coordinador de Literatura en el Instituto Potosino de Bellas Artes y
docente en diversas
instituciones educativas. Actualmente es subdirector de la Biblioteca
Central del Estado
Imágenes de Internet
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