Meridiano de sangre de Cormac McCarthy por H. Salvador

 

Odiseo lleva una Colt, Homero tiene sed en el desierto

por H. Salvador

 

Si la próxima vez que te acuerdes y es de día y hace un frío tan cristalino y tan gris que pueda fraguarte el aliento y apagas tus oídos y respiras el color de la tierra que siempre has pisado sin darte cuenta y hueles la sangre que siempre ha estado ahí donde la has ignorado, tal vez abrirás los ojos y te verás cruzando ambas fronteras. México, Chihuahua, Estados Unidos. Tierra que arde. Cormac McCarthy, 20 de julio de 1933 al 13 de junio de 2023.

Tan solo llevamos unos meses sin Cormac y la arena no nos deja de saber a huesos, a dientes en polvo, a humo de médula. Hablar de Cormac inevitablemente es hablar del western, de las historias de vaqueros personales, los que existen dentro de nosotros desde que nuestra primera sonrisa más sincera apareció y que nos estarán esperando hasta que nuestro primer llanto más real nos borre momentáneamente el recuerdo de la alegría.

Hablar de Cormac McCarthy es hablar de No es país para viejos, Hijo de Dios, Todos los hermosos caballos, Suttree, pero sobre todo es hablar de Meridiano de sangre: hay un cachorrito, acaba de abrir los ojos y le falta el calor de su mami y sus hermanitos. El cachorrito examina su alrededor, se hace las preguntas que la conciencia canina de un callejero recién nacido le permite hacerse. Una cruzada por la frontera entre México y Estados Unidos en los 1830’s, una novela en clave homérica donde no hay un villano como tal o una dirección fija en la trama. Un mito en tiempos de vaqueros, mexicanos e indios americanos.

Pienso que las novelas extraordinarias son aquellas que invariablemente solo pueden existir en papel, no aceptan una adaptación cinematográfica ni teatral. Meridiano de sangre pertenece a este nicho de obras que evaden las nociones del entendimiento fuera de la propia lectura, por lo que de antemano pido disculpas por intentar atisbar lo que en realidad es Meridiano de Sangre.

Suponga que el cachorrito sabe que está solo, completamente solo. Suponga también que una necesidad motivada por su supervivencia lo anima a caminar. Resignado y con hambre sale de los matorrales donde su madre decidió parirlo y el asfalto le saluda y el ruido de los carros lo aturde y el cielo parece otra cosa tan diferente a como sabía la leche de su madre perdida.

En Meridiano de sangre seguimos la vida y conversión de El Muchacho a El Hombre. Ya se podrá intuir la naturaleza masculina y llena de testosterona del argumento. Incluso se podría asumir que se trata de una novela de aprendizaje como el Momo de Michael Ende, o el Demian de Hermann Hesse. Nada más alejado de la realidad. Cormac nos sitúa en los ojos de El Muchacho solo para darnos un fresco histórico y crudo de lo que era el lejano oeste.

Lo que observa El Muchacho es lo que nosotros vemos, él solo es una lente que proyecta los parásitos que barrenaban la carne de los mexicanos, indios americanos y alguno que otro gringo sin más opción que matar y escalpar a todo aquel que se le ponga enfrente, incluso si se tratase de niños. El Muchacho se une a una pandilla de cazadores de indios subvencionada por el ejército mexicano, esa es la escenografía. El Muchacho conoce a los miembros de la banda: un ex sacerdote, un blanco y un negro que se llaman igual y que se detestan por igual, un ladrón de caballos con una escarificación en la frente que advierte su gusto por lo ajeno, un ex soldado supremacista americano que odia a los mexicanos, un ser extraño que usa un escapulario hecho con orejas humanas, el líder de la banda que colecciona cueros cabelludos de tantos mexicanos como de nativos americanos cazados y el más radical, el Juez Holden.

De lejos el cachorrito ve cómo un par de gatos despedazan a uno de sus hermanitos. No sabe qué hacer, no hay un manual de instrucciones. Huye despavorido. Se queda quieto, ya no tiene a dónde ir. Regresa a donde están los gatos devorando los intestinos de su hermano. Los ojos del cadáver siguen abiertos. El cachorrito se abalanza sobre los gatos y le saca un ojo a uno de los gatos. Los gatos huyen, creen que los atacantes son más que solo un cachorrito.

El Juez Holden es sin temor a equivocarme uno de los personajes más complejos y sólidos que hay en toda la literatura. El Juez Holden es un tipo tan blanco como el mismo color blanco; es completamente lampiño, no tiene cejas ni pestañas ni cabello; es altísimo, tiene un cuerpo fornido; posee un gusto por el análisis ontológico de lo que le rodea, el Juez Holden lleva consigo una libreta donde registra pormenorizadamente las cosas que después destroza, no importa si estaban vivas o no. El Juez Holden es la personificación de un ente que colecciona experiencias y que luego las mancilla, el Juez Holden es el viaje a Ítaca, de un Ulises molido a golpes. El Juez Holden nunca duerme, y como él mismo dice, nunca morirá. El Juez Holden representa la omnipotencia y el caos natural, él es la naturaleza cortándole el cuero cabelludo a la inocencia y a la moral. El Juez Holden, lejos de ser un villano es una fuerza motora crítica para todo aquel que lo rodea sea objeto animado o no.

El Cachorrito tiene una epifanía, el Cachorrito se da de frente con el planeta moldeado por nosotros. El Cachorrito respira llenándose los pulmoncillos de aire sulfuroso. Es tan pequeño y tan insignificante dentro de la ciudad. Tiene frío.

Mucho se ha debatido sobre en quién recae el peso protagónico de esta novela, algunos académicos sugieren que el protagonismo lo lleva sobre sus hombros El Muchacho, cuando lees Meridiano de sangre lees la búsqueda y captura forzadas de la maduración de El Muchacho en un ambiente hostil del lejano oeste, dicen; otros tantos se niegan a aceptar lo anterior, dicen que el personaje principal es el líder de la pandilla John Joel Glanton, en Meridiano de sangre JJG tira los dados, hace que una mula de 6 golpee a otra ficha del dominó y ésta a otra y así y así desembocando en un tiroteo que no acabará hasta nuestros últimos días como lectores en el siglo XXI.

JJG es un adulto perseguido por sus acciones que son todas las acciones de una sociedad americana violenta y mezquina; los más sugieren que el personaje que se roba las pensamientos de los lectores es el mismísimo Juez Holden, incluso han llegado a sugerir que su naturaleza, su origen y destino es infernal, Holden ni siquiera se trata de alguien humano, es un ser más cercano a los demonios o al mismísimo Satanás, dicen.

 

Así pasan los días en la piel del cachorro, va acumulando mugre, grasa de autos, heces en su pelaje, sangre en la comisura de sus ojos. Va sorteando peleas a dentelladas, ha crecido una palma y otra palma. Ya no se parece al cachorrito que extrañaba a su mamá y a sus hermanitos. Unos días va cojeando, otros tantos se tambalea por un golpe en la cabeza. Una patada en el cráneo por insistir en un puesto de tacos. Se aporrea con otros perros. Está dejando de ser un cachorro mientras lo sigue siendo en realidad.

Para mí la protagonista de Meridiano de sangre es la violencia, por eso Cormac será uno de los mejores escritores de la historia. Cormac nos aterrizó un concepto tan abstracto, pero tan recurrente en nosotros mismos y aun así tan difícil de estudiar como lo es la violencia en un personaje que ni siquiera toma forma humana.

 Cormac conoce la violencia, nos la pide prestada a los violentos y la re-manufactura en unas palabras que se sienten como un suelo caliente que respira. La violencia de Cormac es un lugar compuesto, es una hora del día al lado de un maguey, el tintineo de un vaso de cristal a punto de quebrarse en llanto, el cuero cabelludo de un bebé antes de ser rebanado, una cadena alrededor de un cuello esclavizado, un albino que toca el violín, el sudor surcando la piel escarificada de un ladrón de caballos, la vista de un Muchachito en la hoguera, un hombre decapitando a otro, el dinero, la frontera.

Meridiano de sangre es Violencia. El cachorrito está cansado, el sol va saliendo tras el azul cobalto del cielo, se acurruca debajo de la llanta de un camión y se queda dormido. Es el ruta 8: Avenida Constitución. El chofer sube, odia su trabajo, enciende el motor.






Cormac McCarthy

Julio 1933 - junio 2023. Escritor con una prosa densa como el plutonio del género gótico sureño. De él se ha dicho que es el mejor novelista que ha dado Estados Unidos desde William Faulkner. Con un estilo narrativo complejísimo, al puro son y ton de J. D. Salinger o Thomas Pynchon, Cormac McCarthy narra cómo solo él sabe, ignorando tendencias y estadísticas comerciales. Sus personajes rebeldes del sur y del sudoeste de Estados Unidos en contextos que destacan por su oscuridad y violencia. Pocos escritores describieron con mayor hondura y delicadeza la grandeza y decadencia del paisaje americano.






H. Salvador

1996- presente. San Luis Potosí, SLP. Escritor experimental. Dentro del underground se le ha relacionado con el postmodernismo, el metamodernismo y algo que podría llevar el mote de fantasía sucia o surrealismo sucio por su estilo innovador, maximalista y barrenador psicológico; aunque en sus textos se aprecian elementos y eventos fantásticos no son estos los protagonistas de su obra, sino las personas reales que a pesar de estar rodeados de esa magia no pueden evitar el peso real que sus cuerpos y decisiones tienen sobre sus vidas cotidianas. Parte de su narrativa se ha publicado en revistas literarias digitales internacionales como la guatemalteca El Camaleón, Es lo Cotidiano y Alcantarilla. Desarrolla (y comercializa) su obra literaria de manera independiente.

 


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