“Las edades terrestres” de Margarito Cuéllar de la colección “Libro por viaje” de la Editorial Ponciano Arriaga.
“Las
edades terrestres” de Margarito Cuéllar de la colección “Libro por viaje” de la
Editorial Ponciano Arriaga.
Es
la obra la que hace el viaje, la que me ha llevado a través de su lectura a un
mapa poético vasto, reconocer formas, sonidos, presencias de otros poetas como
Villaurrutia, Paz, William Carlos Williams, voces de sitios y tradiciones tan
distintas que de pronto se vuelve una nueva visión.
En
los poemas de Margarito es posible encontrar ciudades y mujeres que dejan en el
poeta versos con el poder de hacernos imaginar, qué tan terribles, qué tan
poderosas son esas figuras que a veces es mejor el olvido, que todo lo que se
ha vivido de manera intensa está condenado a salir tristemente de nuestra
memoria, que al corazón no le cabe más dolor, más suspiros, más amor roto que
el propio.
Los
paisajes en el libro están guardados en las palabras, sitios por descubrir, por
vivir, conversaciones rotas que caen justo en la memoria como clavos en tabla fresca, personajes
tigres que hacen sonar una ferocidad en nuestra mente, un sabor amargo
bajo la lengua:
DE MAÑANA
me curo la desdicha
enciendo el buenos días buenas noches
cómo estás bien
gracias y tú cuándo llegaste,
hola
adiós te veo mañana.
Y arrojo el protocolo
a los tigres del viernes muy temprano.
Así
nos damos cuenta del bello rostro del a desesperanza, en poemas breves que caen
en nuestro espacio personal, en nuestra piel, en los ojos, como pequeñas verdades
absolutas que persiguen nuestra felicidad como una presa esquiva pero fácil,
poemas llenos de luz que queman la pupila, cuchillos para la boca abierta.
Margarito
escribe con la certeza del que conoce profundamente la vida del otro, sus
procesos mentales y espirituales, tiene la voz para cada garganta, para cada
pobre que no ha podido decir lo más difícil, estoy aquí, vivo, existo y mis
palabras son lamentos y mis palabras son hermosas y mis palabras tienen fuego y
son joyas.
Como
en el poema Muchacha de ayer, donde
el poeta habla de días habitados por una
vida ajena, algo tan doloroso, encontrar en un sitio un espejo donde el
único reflejo es el dolor propio. Una vida desconocida, una vida vivida sin
saber, sin gusto, sin alegría, una vida llena de sorpresas, de miradas, de
tesoros que nunca se habrán de disfrutar. Habitar una vida ajena es ser
fantasma con cuerpo, con huesos, con conciencia, es conocer la mentira y
seguirla por encontrarla cómoda.
La
poesía habita las ciudades, sale a caminar, se enfurece, la poesía hace en el
aire giros, piruetas, se esconde, vuela más alto, la poesía nos acompaña a
través del libro, nos enseña su cielo:
El
que está herido por el reflejo de un
meteoro y el poeta se atreve a llamar Princesa
a la Guerrera, la mujer del Metro,
la mujer que va por la calle y se pierde al doblar la esquina de su poema y a
nosotros lectores nos lleva a imaginar esos cuadernos pautados que guardan algo
de magia, algo más de locura y de poesía.
Encontramos
el sol a cada paso, casi a cada hoja, envuelto en un poema, descubriendo una
ciudad ante nuestros ojos, dibuja la selva, el mar, la cantera, dibuja cuerpos
amados, cuerpos que toca y hace vivir. El astro es compañero de la poesía, de
sus rayos parece que nació el ímpetu, el resplandor de la palabra, la lírica se
forjó en el calor de su centro.
En
la poesía de Margarito no debía faltar, es parte del propio poeta, parte de sus
paisajes vivos e imaginarios, el sol tiene vida, tiene alma, el sol avanza con
todo su poder por la carne de los poemas.
Leer “Las edades terrestres” es encontrar una salida, un viaje que debemos hacer, es tener los versos precisos para nombrar los paisajes desconocidos, es encontrar en la mirada del otro nuestro propio deseo.
Margarito Cuéllar es poeta, escritor, narrador y periodista. Nació en Ciudad del Maíz, San Luis Potosí, en 1956. Fijó su residencia en Monterrey, Nuevo León. Estudió periodismo y una maestría en artes en la Universidad Autónoma de Nuevo León. Ha coordinado el Taller de la Organización de Escritores de Monterrey, el Colegio de Escritores de la Frontera Norte y el Centro de Escritores de Nuevo León.
En 1985 obtuvo el Premio Nacional de Poesía de la Universidad Autónoma de Zacatecas por la obra Estas Calles de Abril; Premio Nacional de Poesía ( Calkini, Campeche, México 1993), Premio Nacional de Cuento ( Campeche, México, 1997). Premio de Poesía Radio Francia Internacional 2003. Premio Iberoamericano de Poesía para Obra Publicada 2014 por el libro Las edades felices. Ha sido beneficiario del Programa de Apoyos y Coinversiones del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes de México, del Programa de Residencias Artísticas del Finca, becario del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Nuevo León en el área de poesía y miembro del Sistema Nacional de Creadores 2014-2016 y 2019-2022.
De su obra destaca: Que el mar abra sus puertas para que entren los pájaros (1982), Hoy no es ayer (1983), Batallas y naufragios (1985), Cuaderno para celebrar ( Universidad Autónoma de Sinaloa / FONCA 2000) y Plegaria de los ciegos caminantes ( Universidad Nacional de Colombia 2000). Sus libros más recientes son Poemas para formar un río (Monte Ávila, Caracas, 2016); Poemas en los que nunca es de noche (Ibáñez Editores, Bogotá, 2019)
En el año 2020, fue galardonado con la 40.ª edición del Premio Hispanoamericano de poesía Juan Ramón Jiménez, por la obra poética: "Nadie, salvo el mundo".
En el año 2021 ganó el VIII Premio Internacional de Poesía Pilar Fernández Labrador.
(Fuente Wikipedia)
Comments
Post a Comment