Otra de cómics: Superman contra el Comodín, por Fernando Schekaiban.

 

Superman contra el Comodín

 

Policía: La distorsión en la cara fue causada por la misma sustancia que la mató. Es un gas que provoca deformación muscular, y mata en treinta segundos. Es la tarjeta de presentación de…

Superman: ¡El Comodín!

Superman #37, 1988, Editorial VID, México






Esta semana les traigo un número publicado en 1988 por Editorial Vid en convenio con DC Cómics Inc. (derechos mundiales reservados). El cómic tiene argumento y dibujo de Jhon Byrne, con tintas de Karl Kesel.

La historia está protagonizada por Superman y el Comodín, con una aparición de Lois Lain (sin verdadera importancia para esta historia) y la capitana Maggie Sawyer.

                                                       

 

Hechos

 

Para los habitantes de Metrópolis, ciudad protegida por el Hombre de Acero, resulta extraño ver a su máximo héroe caminar por las calles. Ahora, ¿se pueden imaginar si ven a Superman dirigirse y entrar a una tienda? ¡Una tienda de diamantes y joyas!

Si yo fuera el dueño, me pondría nervioso (igual que el personaje propietario de dicho comercio) y mucho más si en ella se exhibe «La estrella de Zaharian», piedra preciosa de gran tamaño ―y valor, supongo― que ha llamado la atención del enemigo número de Superman… digo, de Batman… esperen… es un cómic de Superman, pero el Comodín hace su aparición (controla a un robot vestido como el último hijo de Kriptón, como nos daremos cuenta al ver la sonrisa de las víctimas mortales) y se roba la joya.





Justo en ese momento, el verdadero kriptoniano aparece e intenta detener al ladrón, pero el villano activa la mano-cohete que tiene agarrado el diamante. Acto seguido, abre un compartimento en su pecho, lo que deja al descubierto una bomba de 40 megatones (según cálculos de Superman). Debido a que éste último no puede hacer dos cosas al mismo tiempo, decide olvidar la mano y se lleva el robot-bomba tan alto que la explosión no hace ningún daño a Metrópolis. Pero el Comodín le hace ver que no será tan fácil detenerlo, pues le deja un mensaje amenazante (y el reloj de Jimmy activado, que como sabemos, suena a una frecuencia muy fácil de escuchar por Superman) en un globo con helio (al más puro estilo del Comodín): tengo a Lois Lane, Jimmy Olsen y Perry White. Están encerrados en ataúdes de plomo y solamente les queda media hora de oxígeno. O me detienes, o salvas a tus amigos…




Aquí nos olvidamos un poco de nuestro amigo «azuloso», llegamos a un camión-base y pasamos a ver a los rehenes y al villano ―me matarán los habitantes de Ciudad Gótica― más amado del mundo: el Comodín se burla, ya que «después de tantos duelos de ingenio con Batman, combatir a un tipo musculoso sin cerebro, como Superman, es un juego de niños». Lois le hace ver que su querido hombre de acero es más que eso, y parece que tiene razón, pues el kriptoniano ya tiene al autobús por los aires, mientras lo lleva a la prisión de máxima seguridad de Metrópolis.

Superman explica que encontrarlos fue muy fácil: todos saben que no puede ver a través del plomo, pero SÍ puede ver ese elemento, por lo cual ubicó los ataúdes y, en un parpadeo, pudo revisarlos. ¿Y el camión? Pues, no era de plomo, así que lograría ver su contenido, o si no, ver el nombre que lo adorna daría una pista: Naipes Salvajes. Peligro.

Como remate, Superman le pregunta al Comodín por qué si durante años se ha dedicado a molestar a Batman, ahora vino a Metrópolis. «¿Y por qué no?», es la única repuesta que obtiene detrás de una gran sonrisa.



Superman atrapa al comodín



Cuestiones y conclusiones

 

Como vemos, el cómic nos muestra un giro al cual no se estaba acostumbrado: ¿Cada cuándo es posible ver a Superman luchar contra enemigos más «cerebrales»? Rara vez, pues sus contrincantes siempre usan robots gigantes, armas de megadestrucción, tienen fuerza que rivaliza contra la de él y, en ocasiones, poseen poderes mágicos.

«La estrella de Zaharian» no vuelve a salir: no sabemos si el Comodín se la quedó o si la regresaron. Esto nos da una idea de que la inclusión de ese diamante es mera excusa para insertar al Comodín en la historia. No va más allá.

El final intenta ser una especie de «burla» a Superman, así como mostrar esa faceta un tanto bizarra del Comodín: termina con un simple y poco llamativo «¿Y por qué no?». Me hubiera gustado un poco más de profundidad en las razones de su llegada a Metrópolis, pues a pesar de que sus acciones parecen carecer de sentido en algunas ocasiones, todo en su mente es perfectamente calculado (por algo Batman lo considera como el más peligroso psicópata).






Fernando Schekaiban


Escritor y tallerista potosino. Coautor de la historia Rayos y centellas para el proyecto No

es cuento, ganador de FONCA 2018. Escritor de la historia Ulises en el corazón, para el

proyecto del mismo nombre, ganador en la Convocatoria 2022 Circuito Nacional de Artes

Escénicas Chapultepec. Publicado en diversos libros y revistas nacionales e internacionales,

como Signo de Lluvia (México), XRAY (Estados Unidos), Semillas para el arte

(Colombia), Mi vía de escape (Chile), Portal Ciencia y Ficción (España).







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